viernes. 03.05.2024

Víctor Barrio en su Gloria

A Víctor Barrio lo ha matado un toro en Teruel. El nombre de Lorenzo, el morlaco de Los Maños que le dio muerte, quedará asociado de por vida a la figura del valiente maestro de Sepúlveda. Todos recordamos el nombre de Islero, por siempre asociado a la figura de Manolete, o Avispado, a la de Paquirri. También Burlero se llevó la vida del Yiyo, y más atrás en el tiempo, Pocapena hizo honor a su nombre y atravesó la cabeza de Granero contra las tablas de la Plaza de Las Ventas. Esto fue en 1922, y dos años antes, en 1920, Bailaor segaba la vida de Joselito.

Cuenta Jose María de Cossío en su magna obra taurina, que un día antes del fatal desenlace toreaba ‘El Gallo’ en Las Ventas y  una señora de blanco gritó de entre el público: “¡Ojalá te mate un toro en Talavera!”. Joselito se enfrentaba mano a mano esa tarde con la otra figura del momento y gran rival y no menos amigo suyo, Juan Belmonte. Relata Belmonte en la biografía por entregas que escribiera para La Estampa el gran periodista sevillano Manuel Chaves Nogales que, a partir de ese día, notó una actitud diferente en los públicos. El ambiente en las plazas estaba cada vez más enrarecido y exigente, pero desde que Joselito derramase su sangre sobre el albero de la plaza toledana,  la gente que acudía a los ruedos comenzó a mostrar una actitud más comprensiva.

Es famosa la imagen de Joselito en la enfermería, ya muerto, con su cuñado postrado a su lado, acariciándole la cabeza, con gesto de pesadumbre y desconsuelo. El hombre que estaba casado con su hermana se llamaba Ignacio Sánchez Mejías y a él le tocó dar muerte al  burriciego de la Viuda de Ortega, de encaste Santa Coloma.

A Sánchez Mejías se le conoce por muchas cosas, no tan solo por esa foto en el lecho de muerte de su cuñado Joselito, ni por el hecho de ser, también él, grande entre los grandes de la tauromaquia. Ignacio fue presidente del Real Betis Balompié, dramaturgo, periodista, actor, automovilista…  Su genio creador, su polifacética figura y sus inquietudes artísticas, le hicieron codearse con lo más granado de la intelectualidad de la época, como también ocurriera a su contemporáneo Juan Belmonte, infatigable lector y devorador de libros,  entre cuyas amistades se contaba a Valle-Inclán y Romero de Torres, entre otros.

Ignacio Sánchez Mejías fue el gran mecenas de lo que hoy conocemos como Generación del 27, pues a iniciativa suya se reunieron los artistas con ocasión del 300 aniversario de la muerte de Góngora. No en vano, Rafael Alberti llegó a hacer el paseíllo junto a Ignacio en una ocasión.

A tan solo 70 km de nuestro pueblo, en la Plaza de Toros de Manzanares, un infausto 11 de agosto de 1934, el toro Granadino infligía una mortal cornada en el muslo de Sánchez Mejías. El torero y el artista, pues ambas divisas coronaban su figura, morían dos días más tarde en Madrid, entre el desconsuelo de sus allegados.

En diciembre de 1935, poco antes del comienzo de la Guerra Civil, su gran amigo Federico le dedicaba una de las elegías más bellas que se hayan escrito jamás. También su amigo Rafael Alberti, con ocasión del reconocimiento a Góngora, compuso un bellísimo poema dedicado a su cuñado Joselito:

“Llora Giraldilla, mora,

Lágrimas en tu pañuelo.

Mira como sube al cielo

La gracia toreadora…”

Federico García Lorca moriría poco después de componer su elegía, cobarde y vilmente asesinado a manos del odio y el rencor y de los peores instintos del ser humano. Junto a él, eran ajusticiados un maestro y dos banderilleros.

Siempre me he preguntado  cómo se pudo alcanzar en nuestra patria tal punto de degradación y barbarie. Pero incluso entonces, las familias de los toreros podían reconfortar su congoja y su pena con las bellas palabras surgidas de la luz y la belleza que, a veces, anidan en el ser humano.

Víctor Barrio y su familia no han tenido esa suerte. Hoy los insultos han vencido el pulso a los buenos deseos y las palabras bellas. El odio y el rencor siguen enseñoreándose de España. Pero yo, no solo porque lo admire profundamente como el gran torero que ha sido, sino también porque siento con profundo dolor la muerte de un ser humano y, en esta ocasión, de un gran hombre, le deseo, como Alberti hiciera con Joselito, que descanse en su Gloria.

Víctor Barrio, siempre estarás en nuestros corazones.

Víctor Barrio en su Gloria