viernes. 03.05.2024

Socuéllamos, un gran pueblo lleno de socuellaminos

Como diría Rajoy: “…tenéis que saber que tenéis detrás una gran nación como es España llena de españoles”. Concretamente 46.034.994 (1).  Esta 'afortunada' frase iba dirigida a la expedición olímpica española antes de su partida hacia Río de Janeiro. Al tiempo que escribo estas palabras –acabamos de machacar a Francia en baloncesto-, el equipo olímpico español ha obtenido 7 medallas y se coloca en el puesto número 14 en el medallero. A mí me parece que esta posición es muy honrosa para un país con la población del nuestro, pero escucho con harta frecuencia a muchas personas despotricar contra el bajo rendimiento que ofrecen nuestros deportistas en los Juegos. Creo que esta es una muestra más de las desmedidas exigencias que tenemos con nuestros deportistas –mejor nos iría si aplicásemos el mismo rasero en nuestros respectivos desempeños profesionales- y del masoquismo con el que incomprensiblemente nos fustigamos como nación y como pueblo.

Lo decía Rafa Nadal el pasado octubre en un acto organizado por el Banco de Sabadell: “No es justo que nos quejemos todo el día de un país que es un privilegiado”. Y añadía: “…viajo por todo el mundo y en España tenemos cosas muchísimo mejores que en la mayoría de países que están encima nuestro… la sanidad, las carreteras y un estado de bienestar muy importante”.

No es de extrañar que los españoles nos miremos con el ceño fruncido, pues no hay que olvidar que el esperpento y la visión distorsionada de la realidad partió de una preclara mente española: Ramón María del Valle Inclán. Solo mirando a través de los deformados espejos del callejón del Gato podremos concluir que el rendimiento español en los Juegos Olímpicos es malo, pues si de verdad analizásemos las cosas con la más mínima objetividad, es decir, recopilando datos y poniéndolos en contraste, veríamos claramente que nuestros deportistas están a la altura de naciones que nos parecen inalcanzables.

El ancestral pesimismo español nos hace pensar que somos una cuadrilla que solo es capaz de obtener 7 medallas frente a países como China que van por la 51, EE.UU. 86, o Rusia 39. Pero claro, ¿qué población tienen los países citados? Si mirásemos las cosas con visión objetiva y ateniéndonos al medallero de las anteriores olimpiadas, celebradas en Londres, los españoles no quedan tan mal parados,  pues España consiguió una medalla por cada 2,7 millones de habitantes, mientras que a EE.UU. le hicieron falta 3,1 y a China 15,6. Bien es cierto que Rusia se apaña con un ratio de 1,7 y que países de nuestro entorno como Reino Unido, Alemania, Francia o Italia se arreglan con menos gente para obtener cada uno de sus trofeos. Pero vamos, que tampoco podemos decir que estemos tan mal: mucho peor que Nueva Zelanda, que necesita 0,3, pero  mejor que Brasil, a quien le hacen falta 12,3. Tampoco ha de olvidarse que si nos atenemos a los criterios de TV3 los ratios españoles empeorarían bastante porque las medallas de, por ejemplo, Mireia Belmonte, habrían de atribuirse a los Països Catalans.

En Socuéllamos solo hemos tenido, que yo sepa, a un olímpico: Roberto Parra Mateo. No obstante, creo que si nos pusiésemos a calcular el ratio de deportistas de categoría por habitante estaríamos a la misma o parecida altura que Nueva Zelanda en las Olimpiadas. Pero si los socuellaminos somos perfectamente conscientes de nuestro alto nivel en el deporte, creo que en otras cuestiones somos un ejemplo paradigmático de la España más autocrítica y destructiva. Nos estamos comparando sistemáticamente y en nuestro detrimento con otras poblaciones cercanas a quienes tenemos por superiores y no somos capaces de reconocer nuestros propios méritos, que son muchos. Me parece una obviedad que si nos comparamos con el resto de pueblos de España es, no ya injusto, sino además falso, que tengamos nada de lo que avergonzarnos como municipio. Tendremos nuestras carencias, como no podía ser menos, pero podemos sentirnos bien orgullosos del pueblo en el que tenemos la gran suerte de vivir.

Como diría Nadal, no sería justo que nos quejásemos sistemáticamente de vivir en un pueblo que es un privilegiado. Y adelantándome al Rajoy de turno, que siempre los hay al acecho, a mí no me duelen prendas en decir, alto y claro, que vivimos en un gran pueblo como es Socuéllamos, lleno de socuellaminos.

  1. http://countrymeters.info/es/Spain

Socuéllamos, un gran pueblo lleno de socuellaminos