viernes. 03.05.2024

El ejemplo que nos dio Elvis

Al poquísimo tiempo de nacer el rock and roll, digamos que allá por 1954, el máximo exponente del género  le cantaba a la Navidad. La transgresión y la rebeldía se fusionaban con la tradición y el conservadurismo. Una salsa agridulce que ríase usted de los rollitos de primavera. Elvis Presley publicaba su tercer disco de estudio para la RCA Records con el nombre de “Elvis’ Christmas Album”. Era noviembre de  1957, y tras el EP “Peace in the valley” (en Socuéllamos pudo escucharse la versión en castellano de esta canción a cargo de los TENNESSEE en la discoteca Alas y en Dulce Paraíso), El Rey del Rock cantaba “Noche de Paz” con una entonación entre rockera y góspel.  Aunque su mánager, el siniestro Coronel Parker, había lavado ligeramente su imagen con las dos últimas apariciones televisivas en el show de Ed Sullivan (el escándalo provocado por sus movimientos de cintura era algo intolerable para la pacata y ultraconservadora sociedad norteamericana de la época), puede decirse que Elvis era entonces tan indicado para cantar villancicos como hoy lo pueda ser Willy Toledo para recitar salmos en el coro de la Basílica del Pilar. Pero vaya por donde, se obró el milagro, y el disco estuvo cuatro semanas en el número 1 de la Billboard (los 40 principales del lugar) y supuso para el de Memphis su primer disco de diamante (10 millones de copias).

Han pasado 58 años de aquello y me pregunto si han cambiado mucho las cosas desde entonces. Sería interesante plantearse si somos una sociedad más abierta, tolerante y respetuosa con los gustos y las legítimas aspiraciones individuales. Elvis dio un fantástico ejemplo al mundo. No es lo normal ni lo aconsejable, pero en según qué cosas, sí que se puede estar en misa y repicando. No es en modo alguno incompatible ser una sociedad abierta y avanzada, con el respeto y la defensa de las tradiciones. Es más, pienso que es saludable.

La tradición y la costumbre son la cuerda que impide la ruptura, el anclaje que sujeta el barco y evita que se pierda en la inmensidad del mar. Elvis fue uno de los grandes motores en la apertura de una sociedad puritana, obsoleta, y que precisaba de engrase. Pero era también un hombre que amaba los cantos de los templos sagrados y que se identificaba con la Navidad. Habrá quien piense que su figura es irrelevante en contraste con las de Bob Dylan, Joan Báez o John Lennon, pero yo creo que tuvo más mérito el que hizo volar el primer avión que el responsable de la primera nave espacial.

Y digo todo esto porque vivimos desde hace tiempo un permanente debate sobre si belenes si, belenes no; en torno a si los Reyes Magos tienen que ser reyes o reinas; en cuanto a si hay que desterrar, o no, costumbres arcaicas y trasnochadas –según algunos-. Observo que hay determinados movimientos que pretenden meter una amplia gama de reivindicaciones en un mismo paquete indivisible, pero digo yo que qué tendrá que ver la búsqueda de la justicia social con cantar villancicos, o pretender reformar la Constitución con comer turrón, o combatir a la Monarquía con impedir que tus hijos vivan con ilusión la noche de Reyes.

Y también me cabe la duda de que todas esas luchas tengan que ir cogidas de la mano entre ellas. Porque hablando de gastronomía navideña, lo mismo le gustan a uno mucho los mazapanes pero en absoluto los polvorones, ¿o es que tienen que ir todos juntos al gaznate?.

Así que, nada, ¿que le parece a usted que esto de la Cabalgata es un rollo (y que conste que está en su perfecto derecho)?. Pues no hay problema; se queda en su casa, se pone a leer un libro, se da un garbeo por el campo, se pone un disco de Elvis… Lo que se le ocurra y le apetezca. Pero si es que está tan sumamente preocupado por la mala influencia que este dramático acontecimiento va a tener en el sano desarrollo y la educación de los niños, ya le digo yo que puede dormir tranquilo. Los niños no, ellos estarán nerviosos; muy nerviosos. ¿Y sabe por qué?, porque estarán viviendo uno de los momentos más bonitos y mágicos que experimentarán en su vida. Así de sencillo.

El ejemplo que nos dio Elvis