viernes. 26.04.2024

Segundas elecciones: un análisis

Ya hemos celebrado segundas elecciones y el resultado está a la vista. En primer lugar, felicitar al PP por su triunfo. Aunque, como es lógico, no me agrade, no quiero sumarme al sentir de esos ‘demócratas’ de nuevo cuño, poniendo en tela de juicio el resultado democráticamente salido de la urnas y dejando caer que nuestra democracia es la de una república bananera donde cualquiera puede dar un ‘pucherazo’ a su antojo y medida.

Dicho esto, me gustaría hacer mi análisis de este resultado. Quienes tuvieron en su mano formar un gobierno distinto al actual, donde poder desarrollar políticas progresistas en beneficio de la mayoría social de este país, no consintieron hacerlo. Por un lado Ciudadanos y por otro Podemos, estos últimos con la excusa de que ese gobierno sería “casi de derechas”. Gracias a eso, ahora tendremos un gobierno de derechas, pero de verdad.

Algunos analistas se extrañan de que un partido como el PP, carcomido por la corrupción, pueda ser capaz de sacar más votos que en las anteriores elecciones. Yo veo dos factores que hacen eso posible. En algún escrito mío anterior ya manifestaba que a diferencia de países de nuestro entorno, en España, no hay nada a la derecha del PP. ¿Dónde están los diversos grupos de Falange? ¿Fuerza Nueva? ¿Guerrilleros de Cristo Rey? ¿Las distintas facciones político-religiosas ultraconservadoras que existen en nuestro país? Pues sencillamente en el PP.

Estas fuerzas hacen que, junto a otros votantes democráticos y fieles por sentimiento y por historia, este partido tenga un suelo muy considerable y fiel que nunca lo abandonará. Esas fuerzas ultras eran la base sociológica sobre la que se sustentaba el franquismo. Es decir, su ideología es la del palo y mano dura, y se sabe que el grado máximo de corrupción es en una dictadura, donde el poder se sustenta en la fuerza de las armas y no en la voluntad soberana del pueblo. Por tanto, a esta gente, que en el PP haya ese grado de corrupción no le asusta. Al contrario, forma parte de su idiosincrasia.

Un ejemplo muy claro lo tenemos en nuestro pueblo. Después del acto celebrado en nuestro Ayuntamiento el sábado día 9, queda demostrado a quién representa el equipo de Gobierno, con la ‘democrática’ María del Mar Delgado a la cabeza: simple y llanamente a la nostalgia de lo que fue la dictadura franquista. Un acto de enaltecimiento de lo que esa dictadura significaba, donde se alaba la figura de un alcalde que construyó un edificio hace 55 años. ¿Por qué a este y no al que construyó el primero a principios de siglo?, ¿o a Sebastián García que remodeló el tercero? Porque este equipo de Gobierno se identifica más con la ultraderecha más reaccionaria que con un partido democrático. Es decir, pertenecen a esa ala más dura a la que hago referencia al principio. Siento pena y vergüenza. ¿Qué dice de esto la extinta UPyD?

En el PSOE, habiendo sacado el peor resultado de su historia en la etapa democrática, todos los socialistas sentimos esa sensación ‘agridulce’ que produce ver que todos los pronósticos, encuestas y todos los intentos de hundir y hacer desaparecer a este partido no dieron resultado; que nuevamente el Sr. Anguita y su acólito Pablo Iglesias, unidos a sectores de oligarquías financieras y de medios de comunicación, se han quedado sin conseguir su objetivo. ¿Quién salvó entonces al PSOE? Un artículo de Ramón Cotarelo lo define muy bien: “al PSOE lo han salvado sus bases, sus votantes, esa gente fiel a la socialdemocracia, y no sus dirigentes, queda demostrado que este partido tiene historia, base, y que esta gente, que muchos no navegan por las redes sociales, sí lo hacen por la historia, por sus barrios, con sus gentes”.

Esta sensación, más agria que dulce, no quita que haya que definir muy pronto en un Congreso un liderazgo fuerte, afianzar y potenciar la ideología socialdemócrata y hacer callar de una vez a tanto barón, baronesas y jarrones chinos que pululan por este partido y que solo miran sus intereses personales por encima del interés general, haciendo un daño irreparable a la organización. Un liderazgo que dé un puñetazo en la mesa e imponga de una vez el sentir general de la militancia y de tantos votantes fieles que tiene este partido. Y quien no esté de acuerdo, a su casa y punto.

En cuanto a Podemos, su líder máximo debería, antes de nada, aprender a sumar. Ya está nuevamente, aunque con menos humos que antes de las elecciones, diciendo que los números cuadran. ¿Pero desde cuándo los nacionalismos catalanes y vascos son de izquierdas para sumarlos a las fuerzas progresistas? A mí personalmente, esta persona me agota y no pienso dedicarle ni un minuto más de mi vida. Pudo haber un gobierno del cambio y no lo consintieron. Ahora todos nos tendremos que aguantar, soportando incluso muchos insultos, a que haya un gobierno débil, podrido por la corrupción y veremos qué recorrido tiene en esta legislatura.

Segundas elecciones: un análisis