jueves. 02.05.2024

Cultura del diálogo

Esta palabra está tan manida todos estos días que ya no sabemos ni lo que significa.

Incluso los ‘nuevos partidos’, como a ellos les gusta llamarse, se han convertido, sin haber comenzado su andadura, en seres dogmáticos e intransigentes, sacando lo peor de lo que según ellos es la vieja forma o los viejos partidos. Pablo Iglesias hace unos días, al salir de la Zarzuela de su consulta con el Rey, nos dejó a todos atónitos: nos presenta ya un gobierno con él como vicepresidente, con sus ministros nombrados y, según parece, la otra parte del diálogo, el PSOE, no sabía absolutamente nada. Estos son los que no quieren sillones, anda que si los llegan a querer… Eso sí, todos hablan de la cultura del diálogo.

Hace unos días, con motivo de la muerte del jurista Francisco Rubio Llorente, hombre dialogante y que se le definía así: Su pensamiento no brotaba del dogmatismo, sino de la cultura del diálogo”, en una tertulia radiofónica, uno de los contertulios comentaba que en una ocasión, este hombre, para definir lo que el entendía como diálogo, contaba una anécdota que él vivió. Decía Rubio Llorente que tenía un amigo al que todos consideraban hombre capaz de hacer entenderse a personas con ideas contrapuestas. Bien, tenían dos amigos comunes que llevaban años sin hablarse por tener diferencias insalvables y le propusieron conseguir que estos dos amigos se reconciliaran. Aceptó y a los dos invitó a cenar a su casa. Sentados a la mesa, el anfitrión, su esposa y los dos amigos en cuestión, le dice a uno de ellos: “Bueno, cuéntame tu historia”. Escuchando atentamente lo que este amigo le dice, muy serio responde: “Pues tienes razón”. El otro, muy enojado, dice: “¿Sin haberme escuchado le das la razón?”. Responde: “Cuéntame tu historia”. Este otro le cuenta su  versión y, muy serio, le dice: “Pues tienes razón”. Y esta vez es la esposa la que muy enfadada le dice: “Pero ¿cómo van a llevar los dos razón si sus versiones son totalmente antagónicas?”. Y muy serio mira a su esposa y le responde: “Pues tienes razón”.

Moraleja: todos siempre llevamos alguna razón, y ésa es la cultura de diálogo, escuchar a los demás y no creernos siempre en posesión de la verdad absoluta.

Me voy a fijar en nuestro pueblo. Aquí las elecciones de mayo pasado dieron la victoria al PSOE, pero empatado a concejales con el PP, ocho cada uno, y una concejala UPyD. Por tanto, este partido con solo un concejal tiene la llave de la gobernabilidad en Socuéllamos. Cierto que con su voto la alcaldía recayó en Elena García del PSOE, y en algunas votaciones coincide con este partido, pero también en otras con el PP.

Eso no da estabilidad ni tranquilidad a un pueblo, siempre con la espada de Damocles en la cabeza. Para que haya un gobierno estable –y, por tanto, en beneficio del pueblo al que se dice servir- en primer lugar debe haber diálogo, y esa actitud no lo es.

Pero seamos realistas, un partido se presenta a las elecciones con un programa basado en una ideología. Aunque esto parece que ya no se lleva, es la realidad. La derecha, el liberalismo, no quiere que haya estado, solo la iniciativa privada y que ésta se regule por sí misma. Ya sabemos el resultado por estos cuatro años de gobierno del PP: privatizaciones,  desmantelamiento de todo lo público, precariedad y aumento de la riqueza de solo unos pocos… Es decir, muchos más pobres y menos ricos, pero mucho más ricos.

Un partido socialdemócrata como el PSOE garantiza la libertad de mercado y de los individuos, pero con un estado corrector. Por naturaleza, y también por nacimiento, no todos tenemos las mismas posibilidades. Por ello, el estado debe garantizar la igualdad de todos a la hora de tener una sanidad digna, educación, servicios sociales, etc.

En medio queda UPyD, que debe decidir con quién tiene más afinidad y con quién coincide más programáticamente. PSOE y PP son el agua y el aceite, y no hay diálogo posible salvo en algún tema concreto que no afecte a lo fundamental. El programa de UPyD tiene más similitudes con el del PSOE que con el PP. Por tanto, cojan los dos programas, hablen, dialoguen y al final del proceso, mediante el diálogo, aceptando lo bueno de cada uno, con un programa de gobierno, UPyD puede perfectamente decir a sus votantes que en pro del gobierno y la estabilidad institucional, con un solo voto y por su actitud dialogante, lo ha conseguido. El PSOE puede decir lo mismo, con más concejales y más votos: por el bien del pueblo hemos aceptado propuestas de otros para que haya estabilidad.

Lo otro no es diálogo, siempre con la amenaza de ‘cuando yo quiera’ y a la oposición poniéndole el palo con la zanahoria. Pero que la zanahoria la comerás ‘cuando yo quiera’. Eso, hablando en ‘cristiano’, tiene un nombre que no puedo poner aquí, pero no es diálogo. Por el bien del pueblo, UPyD y PSOE deben hablar y entenderse.

Por otro lado, un gobierno no puede hacer dejación de sus funciones. Debe elaborar propuestas y presentarlas a los demás partidos para el diálogo, pero partiendo de una base y sabiendo lo que ese gobierno opina. Lo de sentarse con un papel en blanco y vamos a ver entre todos qué ponemos, no es ético ni responsable. Para eso no hacen falta elecciones, cogemos a diez personas buenas del pueblo y que ellos decidan. Nos sale más barato y los ciudadanos no nos complicamos la vida, pero nos habremos cargado la democracia y el estado de derecho que se basa en que los partidos políticos son la columna vertebral del sistema.

Hagamos entre todos que los partidos sean fuertes, democráticos y honrados. Hagamos y aceptemos que dialoguen y lleguen a acuerdos, pero teniendo  muy claro que no es lo mismo que gobierne la izquierda que la derecha. NO.

Cultura del diálogo