domingo. 05.05.2024

Besapiés de Jesús Nazareno de Medinaceli

Hay que remontarse al año 1614, cuando los frailes capuchinos deciden llevar a Mámora -ciudad del norte de África tomada por España para combatir la piratería en el Estrecho- una imagen de Jesús Nazareno, que pudiera ser un ‘Ecce-Homo’, o una imagen de ‘Jesús camino del Calvario’, para que recibiera culto por parte de los soldados españoles allí destacados. Esta imagen fue realizada en Sevilla en una prestigiosa escuela de Luis de la Peña o Francisco Ocampo, no se sabe con certeza quién fue su autor.

En el mes de abril del año 1681, Mámora cae en manos del sultán Muley Ismael y con ella la imagen, que es enviada a la ciudad de Mezquines como muestra de la victoria. En Mezquines la imagen es arrastrada por la calles de la ciudad para que la gente pudiera mofarse de ella. Un padre trinitario, fray Pedro de los Ángeles, que se encontraba allí negociando la liberación de varios cautivos, habla con el rey para pedirle la liberación de dicha imagen. El sultán pide el peso de la imagen en oro y los padres trinitarios cuya finalidad desde su fundación era esa, liberar cautivos, recaudaron dinero entre nobles y fieles en general y pusieron la imagen en una balanza. Aquí -¿leyenda? ¿Milagro?-, cuando comenzó a caer oro en la balanza, hay quien habla de una sola moneda. Otras versiones hablan de treinta, las que recibió Judas por vender a Jesús. Con gran enfado del sultán dio el peso y por tanto la imagen es entregada a los frailes trinitarios.

El Cristo ‘Rescatado’ (así se le llama en muchos sitios e incluso hay cofradías con este nombre) entra en Ceuta el 28 de enero de 1682. Los trinitarios le ponen el escapulario de la orden, la Cruz roja y azul. Este era el salvoconducto para entrar a tierras cristianas, señal de que los frailes habían pagado el rescate. Del mismo modo, todas las personas también rescatadas y liberadas por los trinitarios -cabe destacar que nuestro famoso Miguel de Cervantes Saavedra fue uno de los liberados por los trinitarios de su cautiverio en tierras sarracenas- en agradecimiento, llevaron el escapulario de la orden de por vida, al igual que todas las imágenes de Jesús Nazareno de Medinaceli, incluido el nuestro.

Cuando la imagen llega a Madrid procedente de Ceuta, es tal la devoción de todos los fieles madrileños que, según cuentan, estuvieron varios días ininterrumpidamente pasando miles de personas a besar los pies de Jesús Nazareno en señal de veneración y desagravio. Se instauró desde entonces el primer viernes de marzo como día para mantener vivo este recuerdo. Fue tal la devoción y fama que surgió, que de todos los conventos de frailes trinitarios de España y de cualquier parte del mundo, pidieron una réplica de dicha imagen, (y por supuesto los trinitarios de Socuéllamos), iniciándose desde entonces también aquí la tradición de besarle los pies el primer viernes de marzo.

En Socuéllamos, como sabemos, San Juan Bautista de la Concepción, reformador de la orden de trinitarios descalzos, fundó un convento en nuestro pueblo en el año 1603. Estuvo entre nosotros hasta mitad del siglo XIX, cuando la desamortización de Mendizábal los expulsó del convento. En estos trescientos años, esta devoción arraigó de tal modo en los habitantes de nuestro pueblo, que doscientos años después de la desaparición de los trinitarios de Socuéllamos, se mantiene y acrecienta año tras año. Hay pocas personas en nuestro pueblo que pudiendo andar y moverse, aunque sea con dificultad, no vaya a besar los pies a Jesús, aunque durante el resto del año no pisen más la iglesia.

Los duques de Medinaceli sufragaron la construcción de la capilla, hoy Basílica, donde se venera esta imagen en Madrid. De aquí que la devoción popular comenzara a llamarle ‘Jesús de Medinaceli’.

Son muchos los pueblos en los que, habiendo cofradías de esta imagen, han intentado seguir esta devoción sin éxito. Sólo donde ha habido frailes trinitarios y la tradición viene desde los inicios, se mantiene por los tiempos.

Me comentaba en una ocasión el Padre Provincial de los Trinitarios, que llega a tal punto esta devoción, que aún hoy, en un pueblecito de Cuba en el que había un convento de frailes de esta Orden y a los que la revolución cubana expulso de ese país, después de cincuenta años de dictadura comunista y de prohibición de toda exteriorización de culto católico, se sigue besando los pies al Cristo de Medinaceli. Hasta allí llegan fieles procedentes de todos los rincones de la isla,  sin que las autoridades cubanas hayan podido acabar con ella.

Besapiés de Jesús Nazareno de Medinaceli