viernes. 03.05.2024

La relación calidad-precio

El tiempo entre viajes, trabajo cotidiano y nuevos proyectos es limitado, pero debía desde hace unas semanas este artículo a mis amigos de SOCUÉLLAMOS DIGITAL. Es necesario poner negro sobre blanco esos asuntos vitivinícolas que afectan a nuestros paisanos y a la economía de nuestros pueblos.

Hablaré pues del tan repetido recurso ‘excelente calidad-precio de nuestros vinos’. En efecto lo es, pero por la misma regla de tres, deberíamos hablar de excelente calidad-precio de nuestros fontaneros, electricistas o albañiles cuando trabajan en su pueblo. Se preguntarán ¿Qué tiene que ver esto con el vino?

Muy sencillo de explicar. Si no lo cobramos más caro, es porque no podemos, porque nadie está dispuesto a pagar más por lo nuestro (un albañil cobra más por una obra en Madrid o Barcelona que en si la hace en nuestro pueblo). ¿Alguien en su sano juicio es capaz de decirle a un viticultor que vende las uvas (o mejor dicho, se las pagan) a 16 céntimos/kilo que es un excelente proveedor porque tiene una excelente relación calidad-precio?

En nuestra región tenemos un problema que viene de lejos, más o menos echando la vista atrás, más de un siglo. Gracias a periódicos como ABC y su hemeroteca podemos buscar noticias de la época. Por cuestiones legales no podemos reproducirlas pero es fácil encontrar en su buscador cualquier noticia de los años 20 del pasado siglo. Hablan del problema del precio, del abuso de los compradores, de la poca solidaridad del sector y de la competencia feroz de otras zonas productoras.

Tirando de historia, hay que decir que antes del siglo XX la vid no era el cultivo dominante o al menos con tanta extensión como hoy en día. Hay un momento en la historia que marca el cambio y esto es el último cuarto del siglo XIX y primer cuarto del siglo XX, cuando la filoxera devasta los viñedos en Francia y nuestros vecinos se lanzan a comprar vino allá donde lo encuentren. En zonas como Rioja, Penedés, Navarra o incluso Baleares se multiplicó hasta por 10 la cantidad de viñedos plantados.

 En Castilla-La Mancha, no tengo el dato pero doy por hecho que fue más o menos proporcional. Aquí llegó algo después que en el norte de España. Cognac y Armagnac sufrieron también la pérdida de sus viñedos y salieron a buscar vinos blancos para obtener los destilados (holandas) necesarias para continuar abasteciendo sus mercados. Por otro lado, Jerez, en la segunda mitad del siglo XIX y primera del siglo XX, también fue un importante ‘consumidor’ de uva-vino para destilados.

Castilla-La Mancha y afinando más, nuestra comarca, la comarca natural de La Mancha, se convirtió en uno de los principales proveedores de holandas, aparte claro está de vino. La demanda hizo que muchos agricultores cambiaran sus cultivos a la vid y con ello, atender la producción que se necesitaba. No dudamos que tuvo que haber años buenos y así lo certifican las estadísticas de exportaciones y valor de éstas, pero no se tardó mucho en encontrar solución a la filoxera y que estas regiones volvieran a producir, coincidiendo además con que nuestros viñedos también murieron y tuvieron que replantarse, por lo tanto, dejaron de comprar nuestros vinos y destilados.

En Rioja se especializaron en elaborar vinos de calidad, vinos finos. En la zona de Penedés comenzaron a elaborar y especializarse en cavas (espumosos). En otras zonas, la producción se ajustó al consumo que había en la comarca y en La Mancha siguieron haciendo vinos para destilar principalmente (odio reproducir esta expresión, pero es lo que siempre se ha dicho: vino para quemar). En Tomelloso llegó a haber hasta 40 destilerías. Hoy quedan 5 empresas pero con grandes capacidades de destilación.

Se continuó elaborando vinos pensando en el granel, siempre con una posición servil hacia el comprador. Con la llegada de las Denominaciones de Origen, se pensó que todo podía cambiar, pero en su inicio no fue así. El único cambio que se hizo fue que una parte ínfima de lo que se hacía a granel se embotellaba, pero ¿calidad? La que hubiera y según el año. Otras zonas tomaron ventaja.

Con el inicio del siglo XXI aparece la figura de los ‘vinos de la tierra de Castilla’ y muchas bodegas cambian o comienzan nuevos etiquetados bajo esta nomenclatura. Buscaban diferenciarse o distanciarse de la imagen que aportaba la D.O. La Mancha que de inicio salió con precios muy bajos y nuestras propias bodegas marcaron la cotización. En los vinos de la tierra, entra de todo, pero en cierto modo vale más la estrategia comercial de las bodegas y los vinos más caros de la región se encuentran bajo esta IGP o en su caso, los vinos de pago.

Si nos ceñimos meramente al marketing, el precio de un producto es el que alguien esté dispuesto a pagar, y hoy por hoy, por desgracia, poca gente está dispuesta a pagar un precio medio–alto por nuestros vinos. Se hacen grandes vinos en nuestra región, y se cobran bien (digamos que hay gente dispuesta a pagarlos), pero llevamos cerca de 80 años de atraso con respecto a Rioja (por ejemplo). La D.O. Ribera del Duero con una historia (en cuanto a años) similar a nuestra región, optó de inicio por limitar la producción en pro de la calidad.

La D.O. Ribera del Duero fija un límite de producción de 7.000 kgs./uva por hectárea, con un rendimiento medio histórico que se sitúa en el entorno de los 4.100kg./Ha (datos del propio consejo regulador). Estos datos en La D.O. La Mancha (según norma de producción) nos dicen que las plantaciones conducidas en vaso no podrán superar los 10.000 kg/ha y las conducidas en espaldera los 13.000 kg/ha.

Es importante que nos demos cuenta de que producimos el doble pero además que multiplicamos por más de 7 la cantidad de hectáreas plantadas en Castilla y León (470.000 frente a 65.000). No se nos puede olvidar que se produce para vender y que si no somos capaces de comercializarlo todo, tenemos que limitar nuestra producción.

Por suerte, en nuestra región, hay un grupo muy numeroso de bodegas que trabaja con la premisa de la calidad, sacrificando producción e invirtiendo en comercialización. Aun así arrastramos un problema que nos viene de tiempo que es el de la imagen que se proyecta en conjunto y es que no somos capaces de vender a más precio, o dicho de otra forma, hay un gran número de consumidores que a partir de cierto precio, prefieren comprar vinos de otras regiones.

Por lo tanto, hablar de nuestra relación calidad-precio no es más que hablar de un premio de consolación, de no saber explicar cómo otros son capaces de vender más caro (incluso con nuestros propios vinos que se llevan a granel). Francia es el principal comprador de vino español, lo hace a granel y principalmente sale de nuestras bodegas.

Tal vez si empezamos por nosotros mismos, por saber valorar y diferenciar la calidad de nuestros vinos, pagando por ello un precio justo (y dijo justo), sabiendo que el precio del vino está estrechamente relacionado con el precio de la uva que cobra el viticultor, seamos capaces de convencer a otros que vengan de que lo bueno, hay que pagarlo.

La relación calidad-precio