Con este primer artículo para SOCUÉLLAMOS DIGITAL quisiera hacer un alegato en defensa de los vinos de Castilla-La Mancha y, de paso, explicar cuál es la situación actual del sector (permítaseme decir ‘sectores bien diferenciados’) en la principal región productora del mundo.
Primero hablaré del sector del vino de calidad en la región. Son muchas, decenas, las bodegas que pueden hablar de tú a tú con sus homónimas de cualquier región española, sobre todo –y con permiso- cuando hablamos de tintos. ¿Hay alguien que piense que en las más de 463.000 hectáreas de viñedo (55% secano – 45% regadío, según MAGRAMA 2014), no hay parcelas –viñedos- de calidad suficiente para hacer vinos al nivel de otras regiones?
Vayamos por partes. Solo la provincia de Ciudad Real es casi 4 veces mayor, en extensión, que la comunidad de La Rioja. La comunidad de Castilla-La Mancha es, a su vez, 15,74 veces mayor. En viñedo, La Rioja cuenta con 51.223 hectáreas; CLM multiplica por 9 esa extensión. En este caso no hablo de producciones, hablo de calidad.
En CLM podemos contabilizar decenas de bodegas que trabajan con una calidad excelente. Estamos hablando de un sector que sale a competir directamente con cualquier región española y mundial, siendo uno de sus principales problemas la dificultad de hacer imagen de ‘marca’ regional, debido a la excesiva dispersión de nuestras bodegas, dada la gran extensión de nuestra Comunidad. Aquí no tenemos concentración de grandes bodegas, como en Haro o Aranda de Duero (por poner un ejemplo). Tampoco se ha sabido comprender lo bueno de la ‘competencia colaborativa’, que sí han visto en otras zonas.
A nivel de Denominaciones de Origen, me reservo la opinión. Solo diré que ninguna ha sido capaz de aportar imagen a las bodegas inscritas -alguna incluso lo contrario-, por lo que muchas sacan sus mejores vinos como ‘Tierra de Castilla’. De los Pagos, como Denominación, tampoco hablo. Prefiero ir a bodegas concretas, independientemente del marchamo de calidad al que estén acogidas.
Tanta extensión y diversidad de bodegas, de tipos de suelo, de diferencias en altitud…, marcan la viticultura. Casi cualquiera de las variedades permitidas en España se encuentra plantada en la región, desde el Malbec al Cabernet Franc, Viognier, Gewürztraminer, Petit Verdot; por supuesto Syrah, Merlot, Cabernet Sauvignon o Tempranillo, conocido en la zona como Cencibel.
Encontramos viñedos viejos de Cencibel, Airén, Garnacha o Bobal (las que se han conservado después del desastroso plan de reestructuración con variedades ‘mejorantes’ y arranque definitivo, que incentivó la pérdida de estos viñedos de valor incalculable).
Otras variedades autóctonas se están recuperando gracias a un proyecto en el que el IVICAM (Instituto de la Vid y el Vino de CLM) y un grupo de bodegas están trabajando. Es difícil encontrar otra región en el mundo con tanta diversidad en los vinos que elabora.
El tiempo corre a favor de nuestras bodegas, ya que sus viñedos van cogiendo edad, y los enólogos van aprendiendo a trabajar mejor estas uvas para sacarle el mejor partido.
Con respecto a barricas, elaboraciones y cuestiones técnicas, huelga decir que estamos al nivel de cualquier región del mundo y, en algunos casos, siendo pioneros, como la empresa tomellosera Roc Cuve y su patente de barricas cúbicas.
Otro de los sectores que me gusta identificar y separar es el del vino a granel y vinos envasados-embotellados de bajo precio. Es otro sector muy importante en CLM, pero permítanme que lo diga, mucho más importante para otras regiones y países que se abastecen de lo que aquí se produce. Sin ir más lejos, Francia es el primer país importador de vino español; por supuesto: a granel. ¿Para qué creen que lo compran? Pues como es lógico, para embotellarlo y comercializarlo (mucho me temo que sin informar del verdadero origen).
Sin una región como Castilla-La Mancha en el mundo el vino sería más caro de lo que es en la actualidad. Es un sector, en sí mismo, importante y necesario. Muchos agricultores se han especializado en producir cantidad (que es por lo que les pagan en las cooperativas, además de por los kilos y grado que entregan). Por eso mismo, no debemos mezclar churras con merinas; vinos de calidad con graneles o vinos de bajo precio (con calidad más que decente en la mayoría de los casos).
Otro sector más que importante es el de los concentradores de mosto. Parte de los ‘excedentes’ del vino (en este caso de la uva), van a parar a los mostos-zumos de uva, que son vendidos a nivel internacional con multitud de usos en la industria alimentaria.
Por último, otro subsector fundamental para el sector y la economía regional (y nacional, a través de los impuestos especiales del alcohol), muy poco reconocido pero imprescindible, es el del DESTILADO, siendo Tomelloso la ciudad en la que más alcohol vínico se destila en todo el mundo. De las varias destilerías que existen la más importante es ALTOSA (sobre un 13-15% del total del destilado de vino a nivel nacional). Es la única empresa española homologada para la distribución de aguardientes aptos para la elaboración de vinos de Oporto. Otro destino, el más importante para estos alcoholes (aguardientes y holandas), es el marco de Jerez.
Vuelvo al planteamiento anterior. Sin una región como Castilla-La Mancha los zumos (no sólo de uva, sino de otras frutas en las que el zumo de uva está presente) serían más caros. Los destilados como el Brandy, los Vinos de Jerez u Oportos, que usan alcohol para encabezar los vinos, también serían más caros. Qué decir de los vinos de mesa, muchos de esos ‘cosecheros’, las marcas blancas de supermercados, los vinos del menú en restaurantes, …
A nadie favorece la crítica (no precisamente constructiva) que se realiza de Castilla-La Mancha. La ‘hostelería y restauración’ están viciadas con los vinos que aquí se elaboran (no entienden que un vino de CLM pueda ser más caro que uno de Rioja o de Ribera del Duero). Por favor, a igualdad de precio: COMPAREN. Vale que hay que trabajar la marca, esa es otra guerra. Muy importante, vital; pero primero, se deben identificar bien los sectores del vino en la región y darle a cada uno el tratamiento que se merece en cuanto al marketing y la comunicación.
En otro orden de cosas, si no conseguimos tener el reconocimiento de las marcas nuestro ‘enoturismo’ no llegará al nivel de otras regiones (en cuanto a la percepción de los enoturistas); y todos sabemos la importancia del turismo y lo que supone para la economía nacional.