sábado. 04.05.2024

En defensa de las Comunidades de Regantes

Es necesaria la defensa de las Comunidades como instrumento de control, asesoramiento, apoyo y defensa de los regantes.

Desde que en 1987 se declarase provisionalmente sobreexplotado el Acuífero 23 y definitivamente en 1994, de forma periódica hablamos del problema del agua en La Mancha Occidental, acentuándose el mismo cuando se suceden años de pluviometría escasa como ocurre en este momento.

Hay que decir que el Acuífero 23 es un gigantesco aljibe que embalsa cantidades inmensas de agua, o así lo definía Víctor de la Serna en su obra ‘Por tierras de la Mancha’.  Pero ese aljibe o cisterna que tenemos bajo nuestros pies tiene vida y de él dependen nuestros pueblos y la agricultura de la zona.

Esta cisterna se descarga cuando extraemos agua para abastecer a las poblaciones, cuando la utilizamos para usos agrícolas, ganaderos, industriales y de ocio; y de igual manera se recarga por las lluvias, por las filtraciones de los ríos (cuando corren), por las aportaciones de otros acuíferos limítrofes, por aportaciones de otras cuencas o trasvases, etc.

El problema surge cuando existe un desequilibrio entre las extracciones y las aportaciones, por ello hablamos de equilibrio hídrico, de agricultura sostenible, caudal renovable, etc. 

Con el objetivo de alcanzar el equilibrio hídrico, es decir, de organizar y controlar las extracciones, se crearon por imperativo legal a partir de 1990 las Comunidades de Regantes de base municipal. Estas Comunidades de Regantes ayudaron a la Administración a inventariar e inscribir todos los aprovechamientos existentes, así como las hectáreas de regadío, para de esta forma saber exactamente cuántos hectómetros cúbicos se extraían anualmente del acuífero.

El sector agrario de La Mancha, consciente de la escasez e importancia del agua y del regadío, en los últimos años se ha transformado. Ha retirado cultivos que consumían mucha cantidad de agua como alfalfa, remolacha, maíz, y ha apostado por cultivos sociales que requieren poco regadío como viñedo, olivo, herbáceos. De igual manera, las explotaciones agrarias han pasado del riego por inundación y aspersión a un riego más localizado y eficiente como el riego por goteo.

Todo este proceso de transformación se ha realizado y gestionado de alguna manera por las Comunidades de Regantes, asesorando a los regantes, gestionándoles los planes de humedales en su momento, informándoles de las dotaciones que requiere cada cultivo, ayudando a los usuarios a realizar un plan de riego anual, tramitándoles sus limpiezas de pozos, sus cambios de ubicación, precintando y tomando lectura de los caudalímetros…

Por todo ello, es necesaria la defensa de las Comunidades de Regantes locales o municipales como instrumento de control, de asesoramiento, de apoyo y defensa de los regantes frente a la Administración hidráulica, con el objetivo de mantener ese equilibrio hídrico en el tiempo, hacer sostenibles las explotaciones agrarias y poder legar a futuras generaciones ese inmenso aljibe que tenemos bajo nuestros pies y que nos dejaron igualmente nuestros padres. 

En defensa de las Comunidades de Regantes