viernes. 26.04.2024

Socuéllamos y su Patrón, una devoción asegurada

Los socuellaminos hemos vivido esta semana unos días muy especiales con la celebración de la procesión y la Santa Misa en honor al Santísimo Cristo de la Vega, dos actos multitudinarios en los que el pueblo se ha involucrado plenamente, viviéndolos con intensidad y devoción. Es verdaderamente sorprendente la querencia que este pueblo siente por su patrón, una devoción que se remonta al siglo XVII cuando, según las referencias más antiguas, ya existía en Socuéllamos un altar y una imagen del Cristo de la Vega a la que centenares de devotos hacían referencia en  sus testamentos.

Sería un siglo después, a mediados del XVIII, cuando esta devoción se hizo más intensa y el Santísimo Cristo de la Vega se convertiría en patrón de nuestro pueblo, una decisión que generó un gran consenso popular.

A pesar de esta devoción incuestionable, el periplo de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Vega no ha sido sencillo y de hecho, ha estado a punto de desaparecer en más de una ocasión. Durante la Guerra Civil, la imagen del Cristo Crucificado fue destruida, aunque pudo emplearse otra en sustitución hasta que en la década de los cincuenta se construyó la actual talla, una imagen de 180 centímetros obra de dos imagineros valencianos que fue adquirida en 1955 y donada a la Hermandad por Mateo Valiente. La imagen representa ese momento en el que Jesucristo en la Cruz mira al cielo para dirigirse a su Padre.

Poco después, el 9 de agosto de 1958, el Santísimo Cristo de la Vega fue nombrado Alcalde Honorario Perpetuo de la Villa de Socuéllamos, un acto que fue rememorado en 2008, cuando se cumplió el 50 aniversario de esta designación. La imagen del Cristo de la Vega salió entonces de la iglesia de la Asunción durante un mes, estando presente en cada una de las iglesias y capillas de la localidad y procesionando por las calles de Socuéllamos para acercarse a cada uno de sus barrios.  

Entonces, la devoción por el Cristo de la Vega estaba totalmente recuperada pero la Hermandad vivió años de decadencia tras pasar sus años dorados entre la posguerra y la década de los setenta. Con el aperturismo propio del fin del régimen, la Hermandad estuvo a punto de desaparecer, pero resurgió en 1983 gracias a la mediación del párroco Jesús Palop. Tras una novena, el sacerdote invitó a los devotos a integrarse en la Hermandad para evitar su desaparición. La iniciativa tuvo respuesta y un joven grupo de fieles formó una renovada junta directiva que relanzó la Hermandad captando a nuevos hermanos y elaborando unos nuevos estatutos. En unos años se pasó de medio centenar de hermanos a más de un millar, llegando con esa buena salud a nuestros días.

Durante estos días hemos visto cómo, una vez más, la fe y la tradición se dan la mano en nuestro pueblo.  La Hermandad, que es al fin y al cabo la que prende y mantiene viva esa devoción que los socuellaminos sienten por el Cristo de la Vega, tiene el futuro garantizado. En los últimos años se han incorporado jóvenes que, junto a los miembros más veteranos, realizan una importante labor para que la devoción por el patrón siga siendo tan numerosa y cálida como hasta ahora.   

Socuéllamos y su Patrón, una devoción asegurada