sábado. 27.04.2024

El silbido enjaulado

Llevo un tiempo intentando recordar cuándo se pitó por última vez a un jugador de la UD Socuéllamos en el Paquito Giménez y no lo recuerdo. El otro día, ante el filial castillista, pasó. Y es absurdo. Generalmente pagar una entrada para tirar piedras sobre tu propio tejado ya demuestra una corta inteligencia. Igualmente, ¿de qué sirve?

Todos hemos sido siempre muy de la Unión. Algunos se dieron cuenta hace poco, ya en 2ªB, otros viajando a Sonseca o saliendo por patas del Barranco del Lobo, pero hemos tenido ese sentimiento de permanencia hacia nuestro propio club. Un club modesto, que viene consiguiendo grandes cosas, pero que siempre ha vivido a la sombra de los clubes que han ido desapareciendo en las localidades colindantes. El problema se registra cuando la exigencia se eleva y se pone como condición ganar. Nadie puede exigirlo porque es injusto.

No podemos negar que nos gusta recibir a los Solari, Zidane, Ziganda o Dani Aquino de turno, pero esto puede tener un final. ¿Y qué pasaría? Pues nada. Aunque se puede entender que para los recién llegados esto les parezca lo más parecido al infierno. Imagínate volver a las tardes domingueras de brasero y película de sobremesa de Antena 3... En momentos de debilidad sería bueno remar para el mismo lado. Y seguir apoyando.

Cambiando de tercio, tiene narices que en la era de la tecnología y de la comunicación un transfer tarde tanto en llegar. ¿En qué viajan, en burro? Ya pasó con Óscar Martín, tardando su par de semanas largas y aquí estamos en vilo a la espera de que un señor en la India tenga la amabilidad de pulsar una tecla. El club no puede hacer nada y se han dado casos estrambóticos a lo largo de la historia. Es algo que la burocracia futbolística internacional debería solucionar. Porque no tener disponible a Belencoso por esa circunstancia habla de la Edad de Piedra en la que vive el fútbol y sus órganos internacionales.   

El silbido enjaulado