jueves. 02.05.2024

Vive con miedo en su propia casa. Mari Paz Rubio se piensa dos veces salir a comprar el pan y cada día se levanta con el temor de enfrentarse a una familia que vive tan sólo a unos metros de su vivienda. El viernes pasado recibió una paliza a manos de seis personas, cuatro adultos y dos menores. Las contusiones siguen doliendo, pero lo difícil es cicatrizar el miedo.

SOCUÉLLAMOS DIGITAL se pone en contacto con Mari Paz y nos cita en el mercadillo, donde su marido tiene un puesto de venta de huevos. Allí están recogiendo firmas para que la Justicia actúe contra la familia de etnia gitana que la atacó, y que ya ha protagonizado varios altercados en el barrio de Deportes.

Una semana después del incidente, la mujer sigue padeciendo dolores en brazos, espalda y cabeza. Mientras nos cuenta lo ocurrido, con los ojos llenos de lágrimas, la interrumpen varias mujeres que se acercan a darle ánimos.

Mari Paz tiene tres hijos de 9, 7 y 5 años. Cada día, cuando salen a jugar o van al colegio, son molestados por los hijos de esta familia con la que se ha vuelto imposible la convivencia. Les insultan, les quitan sus cosas, les intimidan. El viernes el asunto llegó más lejos. Le quitaron un libro a su hijo y Mari Paz, harta de este acoso diario, fue decidida a casa de la familia para pedir que se lo devolvieran y dejaran en paz a sus hijos. La respuesta fue una bofetada.

Ante la agresión, Mari Paz, por puro instinto, le devolvió el golpe a su vecina. Entonces todo se descontroló. Según cuenta la víctima, los hijos mayores de su vecina la introdujeron a la fuerza al interior de la vivienda y allí, con las persianas bajadas, le llovieron los golpes. Estaba oscuro y ni siquiera veía de donde provenían los puñetazos, pero esa no era su preocupación. En su cabeza sólo estaba la imagen de su hijo pequeño que vio horrorizado cómo metían a su madre en el interior de la casa mientras gritaba. “No sentía miedo por mí, sólo pensaba en la cara que se le quedó a mi hijo cuando me metieron dentro”.

La Policía Local no tardó en llegar. Trasladaron a Mari Paz al Centro de Salud y de allí al Hospital de Tomelloso. Interpuso la denuncia con un parte de lesiones que refleja múltiples contusiones.

Desde entonces ha pasado una semana infernal y no entiende que esta familia viva, según ella, en una casa de protección oficial. “Nosotros intentamos trabajar para sacar nuestra familia adelante, tenemos una hipoteca y no llegamos a fin de mes. No entiendo cómo a estas personas, que están haciendo la vida imposible al barrio, encima se les protege”, asegura indignada.

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Movimiento vecinal

Esta paliza ha sido la gota que ha colmado el vaso en el barrio de Deportes. Los vecinos llevan tiempo trasladando sus quejas a las autoridades. Han recogido firmas que han registrado en el Ayuntamiento, pero sólo cuentan con el apoyo del barrio y ni siquiera superan el medio centenar. Tras el incidente, han decidido buscar el apoyo de todo el pueblo y cada viernes recogen firmas en el mercadillo municipal, en el puesto de huevos del marido de Mari Paz.

Han trasladado numerosas quejas y también varias denuncias contra esta familia, aunque tanto Guardia Civil como Policía Local sólo pueden recibirlas y dejar que la Justicia actúe. Eso sí, ante cualquier requerimiento ante un desorden público acuden de inmediato.

Incremento de la vigilancia

La Policía Local nos confirma que, tras el incidente del viernes, la alcaldesa ha dado orden de intensificar la vigilancia en el barrio en determinadas horas. Se trata de realizar una labor de prevención y que el clima de tensión se vaya rebajando con el paso de los días. 

Aunque la investigación del caso del viernes ha pasado a manos de la Guardia Civil, el subinspector jefe de la Policía Local, Isidro Arribas, se puso en contacto con Mari Paz para poner a su disposición toda la ayuda que puede ofrecer el Ayuntamiento. Las secuelas psíquicas son importantes y desde el Centro de la Mujer se le está ofreciendo apoyo psicológico.

Dejamos a Mari Paz en el mercadillo recibiendo el apoyo de sus vecinos. Muchos se solidarizan y firman las hojas para que se actúe contra la familia agresora. Mientras tanto, resignados, Mari Paz y su familia viven día tras día intentando superar una situación que ha vuelto insoportable sus vidas.  

Mari Paz: "Sólo sentí miedo por mis hijos"