sábado. 18.05.2024

La Asociación de Familias de Represaliados en Valdenoceda (Burgos) entrega a sus familias este sábado los restos exhumados e identificados de diez personas que fallecieron de hambre y frío en el penal de esta localidad. Entre ellos, los de Eloy Sánchez Martínez y José Estero Navarro, dos manchegos que se casaron y vivieron en Socuéllamos.

Con estas diez entregas, la asociación ya ha conseguido realizar un total de 61 identificaciones desde el año 2010, y alrededor de una veintena de ellas han sido posible gracias al trabajo desinteresado de investigación que ha realizado un socuellamino: Javier Fresneda. Finalizando los estudios de Geografía e Historia, Fresneda asegura que su colaboración con la asociación no responde a ninguna motivación política: “Lo hago, en primer lugar, por dignidad humana. Creo que esto sí ayuda a cerrar heridas. En segundo lugar, lo hago por la propia investigación”.

En los tres años que lleva colaborando con la asociación, el socuellamino asegura haber vivido todo tipo de situaciones. Aunque algunas no han sido del todo agradables, la mayoría de familiares muestra su satisfacción y agradecimiento por recuperar los restos de sus familiares para darles sepultura.

La investigación

De los dos casos, el más complicado de identificar fue el de Eloy Sánchez Martínez. Natural del pueblo albaceteño de Masegoso, nació en el año 1892. Llegó a Socuéllamos en 1907 para trabajar en la temporada de trilla y durante su estancia conoció a una socuellamina con la que se casó. Tras el fallecimiento de su esposa, volvió a casarse en segundas nupcias. Entre los dos matrimonios tuvo un total de ocho hijos. Al finalizar la guerra, Eloy fue apresado y trasladado al Valdenoceda, donde permaneció hasta su muerte el 8 de abril de 1941, hace ahora 75 años.

Javier Fresneda cuenta el proceso de investigación. En un primer lugar, sólo disponía del nombre de pila y el primer apellido, con lo que tuvo que indagar en el archivo parroquial de Masegoso para localizar el acta de nacimiento haciendo una estimación aproximada del año de nacimiento. A partir de ahí, ya en el archivo de la Parroquia de Socuéllamos, localizó el acta de matrimonio y lo intentó sin éxito con los de sus hijos para ir construyendo el árbol genealógico.

La mayoría de la familia de Eloy se había trasladado a Cataluña y luego había emigrado a Francia, por lo que había pocas posibilidades de localizarlos. Aun así, Javier Fresneda no desistió y encontró los datos del matrimonio de una de las hijas de Eloy, que se había casado en Madrid y había tenido dos hijos. Uno de ellos era un reconocido profesor universitario al que no fue difícil localizar, aunque había fallecido recientemente. A partir de ahí, Javier Fresneda pudo ponerse en contacto con la hermana del profesor, María Isabel Lafuente, nieta de Eloy.

A la investigación, no obstante, se sumaba un problema. Para que las pruebas de ADN tengan un porcentaje alto de fiabilidad deben hacerse a hijos varones de hijos varones, por lo que era necesario encontrar un nieto varón. Isabel Lafuente se puso en contacto con sus primos residentes en Francia, y finalmente un hijo del hijo de Eloy facilitó las muestras para la prueba de ADN e identificar los restos.

La satisfacción de la familia

La nieta de Eloy, María Isabel Lafuente, que estará presente el sábado en Valdenoceda, cuenta lo que ha vivido desde que la asociación se puso en contacto con ella y muestra la satisfacción que le produce poder enterrar, al fin, los restos de su abuelo. “Siempre escuché a mi madre decir que mi abuelo había muerto en Burgos, pero no sabíamos mucho más”, recuerda.

María Isabel está muy agradecida a la asociación, de la que dice haber recibido un trato exquisito, y le resta connotaciones políticas a la situación. “Yo no me inclino políticamente hacia ningún lado y mi familia tampoco ha guardado nunca rencor. Lo importante es enterrar los malos recuerdos”, asegura.

La entrega

El sábado, la Asociación de Familias de Represaliados en Valdenoceda que preside José María González realizará un homenaje a los represaliados y entregará los restos exhumados a la familia. El acto contará, además, con la presencia, entre otros, del hispanista y escritor Ian Gibson y la historiadora Mirta Núñez.

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El penal de Valdenoceda albergó durante cinco años (1938-1943) a más de tres mil presos republicanos en condiciones infrahumanas en una antigua fábrica de sedas. Desde el final de la Guerra Civil, fueron trasladados al penal presos de toda España, especialmente de las provincias de Ciudad Real, Jaén y Madrid, aunque había también vascos, valencianos, catalanes, extremeños y murcianos.

Desde el comienzo, las condiciones de vida de la prisión fueron muy duras. Muchísimo frío (es habitual en la comarca superar los 15 grados bajo en las noches de invierno), en un edificio plagado de chinches y sin comida. La asociación asegura tener constancia de la muerte en el penal de 154 presos, de los cuales se han identificado 61.

Así fue la investigación que permitió identificar los restos de los represaliados de...