lunes. 13.05.2024

David Merino acaba de competir en la Titan Desert, la carrera de BTT más dura del planeta. El socuellamino corría por primera vez y lograba quedar en el puesto 89, entre los cien mejores corredores. Ha vivido la experiencia con la mayor intensidad: el compañerismo, los paisajes extremos, la orientación, la soledad, la dureza... Tras seis etapas y siete días de competición, sólo tiene buenas palabras para la carrera y el año que viene, si nada se tuerce, repetirá.

Ya de vuelta a casa y echando la vista atrás, ¿cuáles son tus sensaciones tras la gran experiencia que has vivido?

Llevaba muchos años queriendo competir en esta prueba, que es la más dura de BTT por etapas y también la más prestigiosa. Mi único objetivo deportivo este año era terminar la carrera y lo he conseguido. Sin embargo, mientras competía cada día me veía mejor física y mentalmente y me he animado. Quedar entre los cien mejores era más de lo que pensaba.  

Habrás pasado por infinidad de dificultades, ¿recuerdas alguna en especial?

En  la etapa tres tuve un pinchazo y tuve que llegar a la meta corriendo los últimos dos kilómetros. En esta etapa no había asistencia médica ni mecánica, así que estuve toda la tarde preocupado, buscando quién podía dejarme una cubierta para continuar la carrera, porque no llevaba repuesto. Si abandonas una etapa puedes continuar la carrera pero ya no sales en la general ni te dan tu maillot de finisher. Al final tuve la suerte de que un conocido, un chico de Campo de Criptana que vivía en Alicante y al que yo conocía de algunas pruebas, me dejó su cubierta. El se retiraba porque se había deshidratado y además, mentalmente no estaba fuerte, aunque físicamente iba bien. Me dijo que con su cubierta iba a terminar y así fue.

La cabeza, entonces, es tan importante como las piernas en esta carrera.

En esta prueba por muy bien entrenado que vayas, la cabeza es fundamental. Es una carrera en la que haces muchos kilómetros solo y esto mina la moral de algunos corredores.

¿Te encontraste bajo de moral en algún momento?

Yo conozco muy bien mi cuerpo y se cuándo puedo apretar y cuándo no. Además, mentalmente estoy acostumbrado a la soledad. Yo soy autónomo, viajo mucho, voy siempre solo... Paso diez horas solo al día y ese no era un problema para mí. Además soy muy cabezota, si se me mete en la cabeza un objetivo voy a por él. Según lo entiendo yo, el que algo quiere algo le cuesta, pero lo consigue. No hay ningún reto que no se pueda conseguir en la vida.  

¿Nunca has tenido entonces un momento de flojera?

No, siempre he estado bien. El que me conoce sabe que iba a terminar la carrera. Ya sea con la pierna a rastras, con una brecha, con un brazo roto... A veces sí he tenido miedo por la bicicleta porque ante una avería grave no puedes hacer nada.  

La orientación también debe ser complicada, en la primera etapa varios pagasteis la novatada y os perdisteis, ¿no es así?

Me perdí 32 kilómetros, lo que al final supuso una hora y media más de tiempo. Por eso hay que estar fuerte mentalmente. Mi amigo de Alicante, el que me dejó la cubierta, se perdió también y no se recuperó. Físicamente hay que estar bien pero mentalmente hay que ser perfecto.

IMG_0821

En una de las etapas os dejaron sin señalización en medio del desierto, supongo que eso sí que es una prueba mental...

Sí, fue en la etapa cinco. Además, tras la salida había seis kilómetros de dunas de hasta 20 ó 30 metros de altura. Por las dunas íbamos andando, era imposible subir a la bicicleta puesto que te hundías. Me acuerdo que seguí a un hombre muy experto al que llamaban 'il doctore', pero de repente le perdí, desapareció entre las dunas. Había más de 40 grados y estaba solo en medio del desierto. Sin embargo, yo siempre llevé bien la temperatura.  Bebía 12 ó 13 litros de agua por etapa, me hidrataba bien. Enseguida supe encontrar la ruta y llegar a la meta con un tiempo muy bueno, ya que entré en el puesto 70. Hubo gente que a los 35 kilómetros ya llevaba siete horas de camino y tuvo que abandonar porque aún le quedaban 50 kilómetros de carrera.

¿Entonces no volviste a tener problemas de orientación?

La verdad es que no. Yo siempre me he orientado muy bien. Aún hoy puedo llevarte a sitios en los que he estado sólo una vez hace diez o quince años. Es raro que me pierda. En la carrera llevábamos navegadores, pero no hay caminos ni señalización. Teníamos que trazar coordenadas para saber dónde nos encontrábamos, por eso había mucha gente que se perdía.

La carrera no consistía en recorrer un circuito reconocible, había cierta libertad para establecer una ruta, ¿no es así?

El único requisito era pasar por los cuatro puntos de control que hay en cada etapa, pero por lo demás, cada uno podía buscar la ruta que considerara mejor. En la tercera etapa, que era de 133 kilómetros, el recorrido hacía una 'C' en los últimos kilómetros. Yo llegué al último punto de control, al CP4, cuando quedaban 43 kilómetros y me la jugué. En vez de hacer la 'C' seguí recto. No sabes lo que te puede esperar: dunas, rocas, un río... Iba con un amigo de Pontevedra y le dije, "sigamos recto", pero él prefirió seguir el recorrido y hacer la curva. Al final la jugada me salió bien. Ahorré 11 kilómetros y le saqué a mi amigo 32 minutos.  

Y qué me dices del ambiente entre los corredores, ¿había compañerismo?

Yo siempre había oído que la Titan Desert era una carrera muy familiar y realmente lo es. He corrido con profesionales como Triki Beltrán, Ibon Zugasti, Julen Zubero... y me han tratado como uno más. Y también he convivido con personas conocidas como Dani Rovira o Antonio Lobato. Siempre tuve muy buen trato con todos. Rovira siempre me decía: "manchego, ¿cómo llevas el vino?". Ni Dani Rovira ni Antonio Lobato completaron la prueba, aunque Rovira se había entrenado para hacerla. Sin embargo, en la etapa de orientación hizo doce horas. Según explicaba, la prueba le había resultado mucho más dura de lo esperado.  

A ti personalmente, ¿qué es lo que más te ha hecho sufrir?

Una de las cosas más habituales era tener rozaduras, hematomas y heridas en el culo. Yo también las he tenido pero no ha sido un problema grave para mí. Mi principal problema vino en la última etapa, por culpa de unas lonchas de jamón. Yo no suelo desayunar por las mañanas, pero al ser la última etapa la más corta, almorcé con jamón. Fue lo peor que podía haber hecho, pasé una etapa malísima. La salida se retrasó media hora y antes de salir ya me había bebido la mitad de los tres litros de agua que llevaba. No llegué muy cansado pero cometí el error de no controlar bien la hidratación por culpa del jamón. 

¿Y lo que más te ha llamado la atención en el lado positivo?

Los paisajes son espectaculares y también la organización. La inscripción vale mucho dinero pero la organización de la carrera, la logística que despliegan es increíble. La comida también es espléndida. Dormimos en jaimas en medio del desierto pero todo es cómodo, hay buenos colchones... El último día lo pasamos cómodamente en un hotel de cinco estrellas. Siempre oí a la gente hablar maravillas de esta carrera y yo también voy a hablar maravillas de ella. Si no pasa nada, el año que viene volveré.

Al final de la carrera, ¿con qué te quedas?

Me quedo con la primera prueba. Ese momento me lo quedo para mí. La soledad, el esfuerzo, la gente que te apoya, sus mensajes de ánimo después de cada prueba, ya en el campamento. Me quedo con esa primera experiencia personal de todo lo vivido.

IMG_0818

David Merino: "El que me conoce sabe que iba a terminar, aunque fuera a rastras"