En esta ocasión Gastroquixotes se sumerge de lleno en un mundo tan nuestro como es el mundo del vino. De nuestras tierras socuellaminas y manchegas siempre han nacido excelentes vinos pero es desde hace un tiempo a esta parte cuando la apuesta por la calidad toma fuerza y se vislumbra en el camino un prometedor futuro, valorando como se merece el fruto y esfuerzo de nuestros agricultores y bodegueros.
En nuestro pueblo (y alrededores) existen multitud de bodegas y expertos profesionales del sector que pueden, desde sus conocimientos, recomendar, catar y valorar la amplia oferta vinícola que nos ofrece el mercado de la zona pero nosotros, como humildes blogueros que somos, no pecaremos de atrevidos en este sentido, ahora bien, sí lo haremos de románticos. Y es que la historia del vino que les contamos a continuación no se puede describir con mejor vocablo que ese, el romanticismo.
Nos situamos en nuestro querido Socuéllamos. Aquella mañana de mayo fuimos puntuales y a las 12:30 horas estábamos pasando por las portadas de madera de la sede, casa, patio, bodega... de la familia Delgado-Collado. Enseguida César (padre), nos recibió afablemente y nos dejó con Rubén (el menor de sus hijos), que se dispuso a relatarnos de forma amena cuál era la filosofía que seguía la familia para embarcarse en tan bello y duro proyecto.
Pronto Rubén nos contagió su ilusión y las preguntas que teníamos apuntadas se sucedían una tras otra casi sin parar. Su idea es apostar por elaborar un vino de la más alta calidad posible y para ello realizan un minucioso cuidado durante todo el proceso viticultor y más tarde, en bodega.
En el viñedo, sólo les falta abanicar a las cepas, eligiendo el momento justo para vendimiar y recolectando solo aquellos racimos que rozan la perfección. La vendimia se realiza a una hora del día donde la temperatura no pueda ejercer ningun efecto negativo sobre la uva. Además, esos racimos son cuidadosamente colocados en cajas individuales para así no perder ni una gota de ese 'primer mosto' y son trasladados a salas de frío impidiendo de esta forma el inicio de la fermentación.
Conocemos de su mano los, hoy en día, tan famosos y modernos 'Vinos de Garaje', una cultura muy extendida en Francia, iniciada en Burdeos hace más de un siglo y que lleva consigo el mensaje de que no hacen falta unas instalaciones monstruosas y supertecnificadas para elaborar un vino de calidad. Se enfatiza la mano humana y el cuidado de la materia prima mostrando como producto final una verdadera obra de arte.
Lo cierto es que mientras Rubén nos cuenta todo esto nuestro subconsciente imagina a cada uno de nosotros elaborando vino, ilusos de nosotros. En España, el ejemplo más representativo de este tipo de vinos es el archiconocido Pingus, el cual supera los mil euros por botella, el vino más caro que se vende en nuestro país.
Tras la puerta en la que se lee 'Bodega' son cuatro depósitos los que nos rodean y sirven de soporte a las explicaciones de nuestro interlocutor, un proceso semimecanizado en el que podemos imaginar esos grandes cubos de acero inoxidable, llenos hasta la boca del mejor mosto extraído de las mejores uvas, recolectadas de las mejores tierras, selección de selección.
En una de las esquinas de la misma sala llama la atención una baranda roja que continúa a una escalera de caracol. Mientras bajamos escalón a escalón respiras la humedad y la piel se eriza de frescor. Al llegar abajo notas como esa sala habla por sí sola de su historia, aposentada varios metros bajo tierra, sus paredes tinajeras albergaron hace más de un lustro litros y litros de vino. Hijo y nieto recuerdan al abuelo y padre bodeguero desde dentro de su tinaja. Hoy conservan esa esencia en dos barricas de roble francés. Se nos eriza de nuevo el vello y esta vez, no es del frescor.
Para leer la entrevista a César y Rubén, visita nuestro blog.
