jueves. 25.04.2024

Siempre nos quedará Bailén

En los videos que este diario mostraba ayer sobre el asalto de los agricultores franceses a los camiones de Transportes Felix, podía verse en el lateral de las cisternas una frase pintada con spray en la que ponía vin non conforme. O sea, que el vino no era bien recibido en tierras galas.

Lamentablemente no es la primera vez que algo así ocurre con los productos españoles en su tránsito por tierras francesas, pero no tan solo con nuestros productos, tampoco son bien recibidas tantas otras cosas procedentes de los hispanos -que dirían los del balonmano-. Indurain fue non conforme en su día, Contador lo es ahora, Rafa Nadal y demás tenistas españoles han sido y son non conformes, nuestras selecciones de fútbol, baloncesto y balonmano son non conformes. En fin, son tantas las non conformidades que traspasan los Pirineos para dar en los morros al chauvinismo de nuestros cariñosos vecinos, que para qué seguir.

Parece ser que la non conformidad de nuestro vino procede de su bajísimo precio. Por no abundar demasiado y, en resumen, vendemos a 0,30 euros/litro lo que ellos a 0,80. Digamos que nos están acusando de algo parecido al dumping, una práctica de competencia desleal que consiste en vender por debajo de coste para romper el mercado y cargarse a la competencia. Pero claro, parecen olvidar estos agricultores franceses que el dumping solo puede ser practicado con éxito por quien ostenta una posición de oligopolio o preeminencia en el mercado.

Y es paradójico que no lo sepan, pues si en algún sector puede decirse que fue flagrante el uso abusivo de estas dudosas prácticas comerciales fue en el de las grandes superficies, muy especialmente en la época de la gran invasión de los grupos franceses en el territorio patrio. Si tienen alguna duda pueden consultar con los magnates de Carrefour, Fnac  y otros, para que les ilustren sobre la lucha que se produjo en los años 90 en España por la total liberalización de la legislación aplicable al comercio minorista. Lucha que devino en un encarnizado enfrentamiento entre las políticas esgrimidas por la Comunidad de Madrid, defensoras del liberalismo a ultranza, frente a las proteccionistas del pequeño comercio, impulsadas desde Cataluña.

Pues sí, señores franceses, ustedes vinieron a nuestro país a destrozar nuestro pequeño y mediano comercio inyectando en nuestras venas el mismo veneno que ahora pretenden ver en nuestros vinos. Entre ustedes y la posterior red de comercios regentados por chinos no queda en nuestro país comerciante que pueda soportar semejante ataque de deslealtades mercantiles. ¿Por qué –ya que hablamos de chinos-  en lugar de ponerse en la frontera de los Pirineos a asaltar nuestros camiones, no se dedican ustedes a impedir la entrada de productos manufacturados en China fabricados por mano de obra esclavizada y, estos sí, a precios sin competencia?

Porque no sé si lo saben, pero el vino que se exporta desde España está fabricado por agricultores y bodegueros que deben respetar los convenios laborales del sector, cotizar a la seguridad social, pagar impuestos a Hacienda, cumplir con mil y una normas exigidas -curiosamente- por esa Unión Europea a la que ustedes y nosotros pertenecemos y que tienen una importante repercusión en el coste total del producto y, con todo y con eso, tenemos que vender nuestro vino al ‘fantástico’ precio de 0,30 euros/litro.

No debieran ser ustedes muy avispados para darse cuenta de que en España, y más en concreto en La Mancha, que es de donde partieron esos camiones, no damos saltos de alegría por vernos forzados a vender a tan ridículos precios, ¿o es que se piensan que a nosotros no nos gusta ganar dinero con nuestro trabajo?

Pero claro, podrán decirnos que eso que les he dicho de los chinos también podríamos hacerlo nosotros, ¿verdad? Pues no, no podemos, porque somos un país que hace bastante que dejó de creer en sí mismo y de defender sus intereses con gallardía. Por eso nos asaltan ustedes los camiones, porque al igual que Napoléon aprovechó la debilidad de Fernando VII para invadir España, así su gobierno se aprovecha  ahora de la debilidad de nuestro país. He dicho bien, su gobierno, ¿o no es cierto que sus gendarmes estaban cruzados de brazos en clara complicidad con los asaltantes?

Ah, ¡Europa!; ¡pobre Europa! Tienes a los bárbaros llamando a tus puertas y te enredas en luchas intestinas cuando más necesitas del abrazo de tu vecino. Y ¡España!, ¡pobre España!, ¡qué gran vasallo, si oviera buen señor! Fernando VII no fue capaz de defenderte y ahora tampoco hay nadie que te defienda.

Amigos franceses, vuestra capital fue inmortalizada por Humphrey Bogart en Casablanca cuando le dijo a Ingrid Bergman aquello de “siempre nos quedará París”. A nosotros, los españoles,  ante la desidia y la apatía de quienes nos tienen que defender, ya que están a sus cosas, no nos queda por más que decir: siempre nos quedará Bailén.

Siempre nos quedará Bailén