El fútbol es difícil de creer. La semana pasada ascendimos un puesto en la tabla de clasificación tras perder en Toledo y esta semana hemos bajado un puesto tras empatar en el Carlos Belmonte ante el Albacete. Esa ilógica cordura del balompié nos lleva a rascar en un sitio donde parecía imposible.
En mi opinión, éste debe ser el punto de inflexión en la temporada. Un punto que llega en un momento oportuno, ya que ahora nos vienen dos partidos clave en casa: Zamudio y Bilbao Athletic. Un punto de inflexión que nos debe hacer creer y salir de los puestos de abajo.
Un partido, el del Belmonte, de absoluta resistencia. No fue nuestro mejor partido, ni mucho menos, pero sobrevivimos a la máquina de picar carne que es el Albacete. Y, pese a que no hicimos el mejor partido posible, yo vi unas señas identificativas con el equipo que nos hizo grandes en épocas pretéritas. Un equipo junto, solidario en el esfuerzo y capaz de apoyar al compañero que tienes al lado. Son las bases principales para volver a ser un club temido fuera de nuestro territorio. Porque seamos sinceros, es muy difícil salvar la categoría con sólo los resultados de casa. Yo diría que imposible.
Y sí, el Albacete generó mucho peligro en los últimos minutos. Le anularon un gol que nos pudo caer con un jarro de agua fría, pero si analizamos en perspectiva, muchas de las jugadas fueron con balones colgados y llegadas en los costados. Nuestro núcleo defensivo evitó cualquier penetración por dentro y yo me quedo con eso. Me parece la mejor noticia posible. Simplemente hay que mantener esa línea de trabajo.
¿Suerte en el gol? Para mí, la suerte no existe. Siempre cito en esta cuestión a Joaquín de Saint-Aymour, un escritor, precisamente albaceteño, que sostiene una teoría interesante sobre la nulidad de la suerte: simplemente, la suerte no existe porque las circunstancias que ocurren se justifican según conveniencia. Si el resultado es favorable a tu parte, es buena suerte. Mientras que si el resultado en cuestión es negativo referente a lo que tú esperabas, le llamamos mala suerte.
Y miren que hemos tenido victorias memorables en los últimos tiempos, pero ese punto en el Belmonte fue de los que más he saboreado. Es ese momento en el que observas que hay vida, que la cosa está muy viva y que todo empezará a cambiar más pronto que tarde.