sábado. 20.04.2024

Poco sabemos de la vida del santo patrono de la ciudad de Madrid y de los agricultores, san Isidro Labrador, llamado Isidro de Merlo y Quintana. Su lugar de nacimiento puede situarse en lo que hoy es la calle de las Aguas, en el barrio de La Latina de Madrid, que por entonces, alrededor de 1080, era una zona rural. En 1110, la ciudad fue tomada por los musulmanes e Isidro, como muchos otros, emigró a Torrelaguna, donde conoció a la que sería su esposa, María, mujer tan piadosa como él —que ascendería a los altares como Santa María de la Cabeza— y que aportó como dote unas tierras en Uceda, a donde se trasladaron.

Marido y mujer decidieron, sin embargo, años después y teniendo ya a su único hijo, el futuro San Illán, separarse para llevar una vida en castidad. Isidro regresó a Madrid en 1119 y vivió junto a la iglesia de San Andrés, donde acudía a la primera misa cada día, antes de cruzar el Manzanares para labrar las tierras de Juan de Vargas. María permaneció en Caraquiz, cuidando de la ermita y pidiendo limosna para el aceite de la lámpara que alumbraba la imagen, hasta que un ángel le anunció que su marido iba a morir: entonces se reunió con él, ya muy enfermo, y permaneció a su lado hasta el final.

La generosidad de Isidro era proverbial ya que, siéndolo él mucho, daba a los más pobres  todo lo que poseía. También se decía que era un experto zahorí y que lograba encontrar agua cuando ésta más se necesitaba. Al morir Isidro, regresó a Caraquiz. Él fue enterrado en el cementerio de su parroquia, San Andrés, como pobre de solemnidad. Pero entre el pueblo corrían rumores sobre sus prodigios y, al cabo de cuarenta años, se lo exhumó y se lo trasladó al interior del templo. El cuerpo se mantenía incorrupto, tan natural como en vida, y lo mismo sucedió cuando Alfonso VIII entró en Madrid tras vencer en las Navas de Tolosa y lo hizo poner en un arca pintada con escenas de la vida del santo. Paulo V lo beatificó en 1619, por ruego de Felipe III, lo cual fue celebrado en la villa y corte, que inauguró la Plaza Mayor de Madrid.

Fue canonizado por Gregorio V en 1622, y en 1657 se iniciaron las obras de la capilla de San Isidro, modelo del barroco, junto a la iglesia de San Andrés, a la que fue trasladado el santo en 1669. Finalmente, en 1789, Carlos III mandó llevar los restos al Colegio Imperial, que cambió su nombre por el de Iglesia Real de San Isidro, más tarde catedral de Madrid. San Isidro Labrador fue un santo laico, uno de los primeros en subir a los altares. No fue un religioso consagrado a la vida célibe, sino que fue canonizado por su trabajo cotidiano y su vida ejemplar.

¿Quién fue San Isidro Labrador, patrón de los agricultores?