viernes. 19.04.2024
CARTAS AL DIRECTOR

Hiede

Hace más de un mes que en mi pueblo, Socuéllamos, se han producido acontecimientos políticos de cierta gravedad  que he seguido con especial atención desde donde resido.

Hace más de un mes que en mi pueblo, Socuéllamos, se han producido acontecimientos políticos de cierta gravedad  que he seguido con especial atención desde donde resido.

Después de leer todo o casi todo lo publicado por los distintos actores, protagonistas de una insólita moción de censura en el Ayuntamiento, aprecio que hay muy mal ambiente y que este hiede intensamente, que algo huele mal, que la pituitaria nos delata un alto olor a podrido, a rancio, a algo que creíamos olvidado después de una larga y dolorosa dictadura nacional y otra larga y absolutista etapa en el Ayuntamiento.

Recientemente, oyendo un sábado por la mañana un programa en Radio Nacional, se estaban comentando las distintas acepciones de la palabra ‘ladilla’ como un parásito que ha sido muy frecuente en determinadas relaciones íntimas personales y se ha aplicado también a lo denominado, hace algunos años, como “político ladilla”, esto es, aquel que incluso cambiando constantemente de ideología se adhería al sillón de la institución política de turno con la habilidad de este parásito para vivir de por vida de la política. Mencionaba el locutor que esta era una práctica un tanto olvidada ya.

Tenemos un ejemplo claro en nuestro querido pueblo. ¡Qué vergüenza ajena me da! ¡Cómo es posible que a estas alturas del siglo XXI, y con la que está cayendo en la política nacional, aún haya gente tan agarrada al sillón de forma tan medieval, tan arcaica y al parecer a la vez tan actual, aunque sea en contra de la mayoría de los electores!

El partido que pregona a los cuatro vientos que debe gobernar en España por ser la lista más votada, aunque no tiene mayoría suficiente y rechaza el ofrecimiento del Rey para formar gobierno porque dice no tener apoyos suficientes, en mi pueblo se alía con un partido hoy prácticamente desaparecido de la política nacional y gobierna no siendo la lista más votada. ¡Viva la coherencia y la decencia política! Así nos va a todos y así vamos alcanzando altas cotas de prestigio, categoría moral y libertad. Una auténtica pena.

Frente a quienes creen que la moción de censura es legal y así lo pregonan solemnemente habría que decirles que, efectivamente, es legal, pero en este caso es también inmoral, pues tal cosa está prevista en la ley para desalojar del poder a indignos y corruptos, cosa que aquí no sucede y, en cambio, si está proliferando últimamente en toda España en las filas del partido que ha ganado ahora la moción de censura.

Señoras y señores del PP y de la prácticamente desaparecida y pretenciosa UPyD (que ahora pretende resucitar según Fernando Savater)   saben que esto no es el caso. Se trata de otra cosa distinta por parte de las cabezas de ambas formaciones socuellaminas que con el pretexto de procurar el bien del pueblo, se instrumenta “legalmente” para establecer una forma más “dialogante y democrática de gobernar” ¡Acaso fue así en los últimos veinte años!

Después de un larguísimo periodo político en nuestro Ayuntamiento durante el cual no ha habido modo de contradecir la sabia y estricta voluntad de su presidente, no solo de sus concejales compañeros de partido (que apenas pintaban nada y cambiaban en cada legislatura la mayoría) sino menos aún la opinión del otro partido y, con ello, las diferentes ideas de otra gran mayoría de ciudadanos, y durante el cual nadie en el pueblo ha podido ni toser y menos aún hablar, al estar todo controlado por el mismo. ¿Es este el estilo dialogante y democrático que se pretende restablecer ahora para gobernar el Ayuntamiento de Socuéllamos? Entiendo que este no es el que se ha practicado especialmente  durante muchos años y en el que ha participado la nueva alcaldesa.

Esta legal e inmoral operación política ha hurtado al pueblo la ocasión de disfrutar del aire fresco y limpio de una política rejuvenecida, ilusionante, honesta, no exenta de inexperiencia y buena intención, pero cargada de buen trabajo que ha venido realizando, en tan corto espacio de tiempo, el equipo de jóvenes socialistas que había conectado perfectamente con los intereses generales de la población y quienes habrán aprendido ahora a saber cómo es esto de la política y los ejemplares humanos que habitan en ella.

Desde la perspectiva de los naturales del pueblo que desde hace muchos años vivimos fuera, pero venimos con frecuencia y participamos de sus problemas y alegrías, catalogamos esta situación como una regresión a tristes tiempos pasados que creíamos, felizmente, que se habían superado. Pensábamos que ya se había recuperado, por fin, la condición de ciudadano con voz y voto y que ya no se era solamente un individuo que paga sus impuestos según el real saber y entender del partido perenne en el poder y que no puede manifestar una opinión que difiera, aunque sea un ápice, de la versión municipal establecida.

No pretendo con este escrito, incordiar, enemistar, ensuciar e incitar a un odio local que ya se ha despertado inútilmente con estas actitudes, en un momento bastante delicado en la vida política española, pero es necesario descubrir al insensato o insensata que, pregonando con su actitud el bien de un pueblo, que es el mío y a quien tanto quiero, no ha hecho más que dividirlo, preocuparlo e indignarlo. Un pueblo así, tan maltratado por sus, aparentemente, buenos gobernantes, es imprevisible cuál puede ser su reacción más tarde o más temprano.

Finalmente sólo me resta decir como una auténtica reivindicación cultural, social y, al mismo tiempo, con mucho dolor: por favor, aprendan ya de una vez a lo que obliga llamarse a sí mismo demócrata. Palabra que aún en los grupos políticos causantes del desaguisado parece ser que no acaban de entender lo que significa.

Hiede