viernes. 03.05.2024

Es bien conocido que el proyecto original de construir una Torre del Vino en Socuéllamos surgió a mediados de los años sesenta, entre las ocurrencias de un grupo de idealistas y bohemios madrileños que un buen día , sin tener relación ni parentesco que les uniera al pueblo, fijaron el centro geográfico de La Mancha en él y decidieron que debía ser aquí donde se levantase una gran torre mirador que permitiera disfrutar de ese "mar verdoso y pampanoso" que forman las vides en primavera. Aquella torre utópica, con el aspecto de los chimeneones manchegos, debía tener 111 metros de altura y financiarse con un millón de socios que pusieran 111 pesetas cada uno. Pese a los intentos de aquellos hombres, que se dejaban ver a menudo por Socuéllamos y llegaron a comprar una parcela, la Torre del Vino fue quedando poco a poco en el olvido como un proyecto pintoresco pero difícilmente realizable.

Cuatro décadas después de aquello, hacia el año 2006, el alcalde de entonces, Sebastián García, comenzó a masticar la idea de construir una infraestructura turística en la localidad que fuera la base de una industria que estaba aún por explotar. "Yo llevaba unos años siendo alcalde y veía que había un apartado económico que estaba sin tocar, que era el turístico. No había concienciación de que pudiera ser una fuente de riqueza ", asegura Sebastián García.

Decidido a promover este sector, la ocasión vino a raíz de un programa de dinamización turística mediante el cual le fueron concedidos 600.000 euros. "Yo tenía entonces dos posibilidades: mejorar los accesos, poner tinajas en las entradas, etc... O hacer algo pensando en el futuro. Y para sentar esas bases había que centrarse en el vino, la mayor riqueza de esta tierra. Fue así como surgió la idea de hacer un Museo Torre del Vino ", explica el ex alcalde.

La idea del museo estaba clara. La de la torre vino de una reflexión personal de Sebastián. "Yo, que por suerte he viajado mucho, siempre he observado cómo el turista tiende a visitar siempre la zona más alta del lugar. Nunca se deja de visitar una torre, un mirador, un edificio, porque la división de una ciudad desde su parte más alta es en sí misma un atractivo turístico. Así, me encontré con la posibilidad de edificar una torre en el centro del pueblo que fuera la más alta y desde la cual se pudiera divisar toda la llanura manchega, que formarían, con los tres o cuatro pueblos de alrededor, en torno a 150.000 hectáreas de viñedo", explica.

Esta fue, en definitiva, la idea que dio origen al Museo Torre del Vino: levantar una infraestructura que además de poder ser visitada como un Museo, permitiera divisar una cantidad excepcional de hectáreas de viñedos. "También quise que el museo fuera algo distinto a los museos dedicados al vino que ya existen en el interior de España o en Francia. El nuestro sería más didáctico, más tecnológico y más interactivo", comenta Sebastián García.   

El Museo, ¿y ahora qué?

Una vez construido el Museo Torre del Vino y sentadas las bases turísticas de la localidad, ¿qué pasos vendrían después? La idea original de Sebastián García pasaba por una primera fase de divulgación, para que el museo fuera conocido en el mayor número de ámbitos posibles y así atraer visitantes, en torno a los cuales emergería una oferta gastronómica, hotelera y comercial, así como la posibilidad de realizar otras visitas complementarias al museo que, principalmente, tendrían que ver con las bodegas de la localidad y el enoturismo.

La propuesta dejaba una pregunta en el aire, ¿tiene realmente potencial el Museo Torre del Vino como para generar toda una industria turística, aunque sea a pequeña escala, en torno a él? Para Agustín Lucena, responsable de la empresa Uniges3, que el pasado mes de mayo resultó adjudicataria de la gestión del museo,  sí, aunque con cautela. "El recorrido de una infraestructura como esta es difícil de prever. Estamos aún en unos pasos iniciales, pero también muy prometedores. Ya estamos viendo cómo el número de visitantes y su frecuencia crece, el número de actividades que se organizan en el Museo Torre del Vino también crece y cada vez hay más colectivos que se interesan por hacer uso de él como espacio social", explica.

Para Uniges3, el escenario ideal de gestión del museo tiene mucho que ver con su socialización, esto es, con su inserción en el ritmo de vida normal del pueblo y de su entorno. "Nos parece una infraestructura excelente desde todos los puntos posibles de baremación, pero debe insertarse en la sociedad como cualquier otra infraestructura. Todos los niños saben para qué sirve un parque y cómo comportarse en él pero muchos aún no saben para qué sirve ni lo que ofrece este museo. Y al igual que los escolares, deben saberlo las empresas, las asociaciones, los clubes deportivos... Todo el pueblo necesita saber que es un bien público y por tanto, de uso común para todos. Esto necesita un proceso", indica Agustín Lucena.

Para el responsable de Uniges3 un tema básico sería también el de la integración territorial, algo que también tiene muy presente la concejal de Turismo y Promoción Económica, Marian Guerrero, que no sólo espera que el museo sea  el eje central de todos los eventos vinculados al vino de nuestro pueblo, "también queremos que se incluya en las Rutas del Vino de la DO La Mancha, que parece que se van a reactivar, aunando las rutas con otras localidades. Además, no queremos limitar su proyección al enoturismo, sino abrirlo a otras posibilidades". La concejal confía en poder convertir al museo, "si no en un referente provincial, al menos sí en un referente comarcal". Entre otras iniciativas, el actual equipo de Gobierno pretende abrir una oficina turística en el pueblo, quizás en la propia torre, aunque "su distribución de espacios no sea la idónea" para ello. "Nosotros no habríamos construido esta infraestructura, pero ya que existe, nuestro deber es tratar de potenciarla al máximo", asegura Guerrero.

El Museo Torre del Vino debe atraer un turismo de interior, que por un lado es estacional, pero sobre todo es muy exigente. "El turista de costa quiere, por encima de otras cosas, llegar a la costa. El turismo de interior pide mucho más: quiere comer bien, quiere conocer monumentos, quiere hacer rutas de senderismo... La Torre del Vino es un reclamo, pero será mucho más útil en cuanto logre que el turista consuma en Socuéllamos. Y esto no depende ya de la iniciativa pública, sino de la oferta privada que haya a su alrededor", concluye Lucena.

El Museo Torre del Vino: pasado, presente y expectativas de futuro