miércoles. 08.05.2024

Juan Manuel Medina, presidente de los Crucíferos de la Caridad durante 34 años, dejará este viernes su cargo. Después de tres décadas al frente de la cofradía, Medina da relevo a la presidencia aunque seguirá colaborando en la junta directiva desde el cargo de secretario.

En la noche de este viernes (21.00 horas), los Crucíferos celebran una asamblea para renovar cargos y cumplir así con la Normativa Diocesana para Hermandades y Cofradías que, en una de su actualizaciones, estableció un período máximo de dos mandatos de cuatro años para los presidentes. Crucíferos de la Caridad abrió un plazo hasta el 1 de abril para la presentación de candidaturas, aunque no se presentó nadie.

Ante esta situación, finalmente se ofreció Virgilio López Medina, secretario de la actual junta, y que esta noche será nombrado presidente. Juan Manuel explica que “por desgracia, lo que hemos tenido que hacer es rotar cargos porque no hay relevos”, por lo que secretario y presidente intercambiarán sus cargos y el resto de la junta continuará como hasta ahora.

El motivo de esta falta de relevo generacional Juan Manuel lo encuentra en la austeridad de la cofradía: “Nuestro espíritu se basa en la penitencia y la caridad sin pasos procesionales y a la gente esto no le atrae. Esta Semana Santa veía al resto de hermandades adornando pasos y veía mucha gente joven… A la gente le gusta la Semana Santa pero, y lo digo con todo el respeto, le gustan los pasos”.

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Sus inicios en los Crucíferos de la Caridad

Juan Manuel entró a formar parte de la cofradía siendo aún un crío, con apenas 14 años. Era entonces presidente Faustino Laguna Aranda, y lo convenció para entrar en una junta directiva en la que había mucha gente mayor. “Me gustaba el espíritu de la cofradía y me hizo mi madre la túnica. Apenas había gente joven y Faustino Laguna Aranda me dijo: Oye, vente tal día que tenemos reunión de los Crucíferos. Me gustó y entré”, recuerda.

Laguna era el tercer presidente. La cofradía se fundó el 8 de abril de 1950 y el primer presidente fue Francisco Requena Caballero. Después de él asumió la presidencia Lorenzo Osa y luego Faustino Laguna. A ellos les sucedieron Manolo Cañadas y Eleazar Belmonte.

Eran los años 70. La sociedad española “estaba muy revuelta y convulsa y la Iglesia, como parte de la sociedad, estaba igual. Había un sector de la Iglesia importante que había estado colaborando con la dictadura, pero había otro sector -gente joven, obispos, curas y muchos laicos- que llevaba tiempo intentado sacudirse el yugo de la dictadura y romper con el nacionalcatolicismo. Aquí en Socuéllamos también se producían estos enfrentamientos”.

“Yo me había significado políticamente, estaba en el PSOE y UGT y eso también produjo un roce. Hasta el extremo de que fue una comisión de la parroquia del pueblo a ver al obispo para decirle que me tenía que echar de la Iglesia. Siempre he tenido una sintonía muy buena tanto con el de entonces (Rafael Torija) como con el actual, y me conocían. El propio obispo me llamó, me lo contó y me dijo que estuviera tranquilo”.

En ese clima, tras la dimisión de Eleazar Belmonte se presentó Carlos Izquierdo en una asamblea que “fue de las más masivas que he visto, pensando que me iba a presentar y con la intención de evitarlo”. Izquierdo nombró a Medina vicepresidente y la cofradía continuó con normalidad ya con un clima más calmado.  Tras el fallecimiento de Carlos Izquierdo, Juan Manuel Medina asumió la presidencia.

Los actos de caridad

Cuando se fundó  la Cofradía bajo los principios de penitencia y caridad, se daban comidas Jueves y Viernes Santo en el colegio Gerardo Martínez primero y luego en el Hostal Castilla. Para recaudar fondos, se organizaba en vísperas de Semana Santa la proyección de una película en el Cine Rex, a la que acudían muchos vecinos con el incentivo de ver el reportaje que el NODO realizó sobre la Semana Santa de Socuéllamos.

Poco a poco, fue cambiando la forma de ayudar a los demás y los Crucíferos de la Caridad intentaban como podían cubrir las necesidades de las personas desfavorecidas.  “Me acuerdo de arreglar el tejado de una casa, se pagaban medicinas, algún viaje a Madrid al médico, gafas…”. Ya surgió Cáritas con fuerza como organismo de la Iglesia y la cofradía decidió canalizar su ayuda a través de la institución.

Evolución de la cofradía

Uno de los retos que ha asumido la cofradía a lo largo de las décadas ha sido mantener la rigurosidad en el cumplimiento de sus principios. Y, según cuenta Juan Manuel, no siempre ha sido fácil. “Durante algunos años hubo como una relajación de las costumbres. Era difícil el tema del calzado y había quien quería ponerse medias o calcetines –incluso una vez un hombre quería salir con unas botas de goma-, venían con cadenas muy pequeñitas o iban con la cara descubierta por la calle antes de la procesión… En ese sentido, hemos sido muy estrictos y hemos mantenido los principios fundacionales a rajatabla. Afortunadamente, hoy en día la gente lo ha asumido y lo acepta”.

También cambió a lo largo de los años, sobre todo gracias al avance de la tecnología, la forma de rezar el Via Crucis. “En los inicios se hacía a viva voz. El cura tenía que ‘vocear’, aunque estaban acostumbrados porque en las iglesias tampoco había megafonía. Cuando la cofradía empezó a crecer, la parroquia compró un megáfono a pilas. Luego se buscaban casas con balcones, para que el cura se subiera y se escuchara mejor… pero había muchas zonas con casas bajas en la que no había posibilidad”, rememora Juan Manuel.

Más tarde, se usó un carrito con los primeros equipos de megafonía que tenían que ir enchufando con una alargadera en las casas donde estaban las estaciones de penitencia. De ahí hasta ahora, se probaron muchos métodos, hasta que en los últimos años contaron con la ayuda de Pedro Requena, que ha posibilitado un magnífico sistema para que el rezo se oiga perfectamente en el inicio y al final de la procesión.

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El papel de las cofradías en los tiempos actuales

Juan Manuel Medina, después de varias décadas al frente de los Crucíferos, tiene claro cuál debe ser la postura de las hermandades en los tiempos que corren. “Las cofradías deberíamos volver a los orígenes. Surgieron para socorrer a los desvalidos bajo la advocación de una imagen. Unas para llevar a las personas a los hospitales, otras para enterrar a los muertos, para socorrer a quien lo necesitara… Las hermandades no tenían como finalidad venerar a un santo”.

“Como todas las cosas, se ha ido perdiendo la pureza. El obispo de Ciudad Real ha obligado a las cofradías a que, al menos el 10% de lo que recauden, tiene que ir destinado a obras de caridad. Porque si no, nos dedicamos a vestir imágenes, a hacer mantos de oro, coronas… Y dedicamos todo el dinero a venerar y dar culto a una imagen y nos olvidamos del verdadero sentido”.

En este sentido, Medina puntualiza que “tener una imagen, que salgan las procesiones y que la gente tenga devoción a esas imágenes está muy bien pero sin olvidar el sentido”. Y recuerda que en Socuéllamos, entre las cofradías penitenciales y las dos de los patronos, hay entre 3.500 y 4.000 personas. “Imagina si fuéramos conscientes de que pertenecemos a una cofradía para ayudar a los demás”.

También piensa que se está perdiendo “la austeridad y seriedad que ha distinguido siempre a la Semana Santa castellana. Siempre ha habido mucho respeto en las procesiones. El viernes Santo, por ejemplo, llegábamos a la Plaza llena de gente y se escuchaba un silencio sepulcral. Llevamos ya un par de años de aplaudir a las imágenes, si una banda toca se aplaude… se rompen un poco nuestras particularidades”.

Juan Manuel Medina da el relevo tras 34 años como presidente de los Crucíferos de la...